miércoles, 26 de agosto de 2015

La dimensión insondable




He llegado ya, bajo del tren, tampoco hay paz en este crepúsculo, piso con un cuarenta y uno lo que otro día fue un veintisiete, la estación huele a colonia de coco y a campo. Cruzo la puerta y cruzo treinta años de golpe, siento una cierta melancolía a los pies de la majestuosa Escalinata, cómo despedirse, cómo decir adiós tan pronto. Debajo de la Torre de San Martín el primer beso, tanto tiempo como kilómetros al pasado, y las caritas de niños avergonzados y tímidos, y las manos entrelazadas, los fantasmas gaseosos del amor por las esquinas de los inviernos nevados de Teruel.
Enciendo un cigarrillo, cómo despedirse, decir adiós tan pronto, no hay lamento que valga, me sale una sonrisa, seré escritor o nada, eso dije aquí, encima del Viaducto, al final nada, y así me voy despidiendo, lo demás ya no importa.