domingo, 8 de noviembre de 2015

Fin de la historia



Avancé despacio, siguiendo las pistas, concentrado, fijando la mirada en los robles rojizos, en los chopos amarillos y en las rocas del rodeno. Yo estaba seguro de que llegaría su muerte, él me había marcado en el mapa ese lugar atípico, Ligros. El teléfono sin cobertura, el crujido de una rama, saqué el revólver y miré a mi espalda, entonces lo vi. Me apuntaba con un rifle de caza, accioné el detonador, a quemarropa, fui más rápido, se quedó tirado en el suelo y pensé: ahora sí, ya está muerto, por fin. Cerré el libro, me tomé una copa, apagué la luz de la mesita y me quedé dormido.






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