domingo, 8 de noviembre de 2015

Fin de la historia



Avancé despacio, siguiendo las pistas, concentrado, fijando la mirada en los robles rojizos, en los chopos amarillos y en las rocas del rodeno. Yo estaba seguro de que llegaría su muerte, él me había marcado en el mapa ese lugar atípico, Ligros. El teléfono sin cobertura, el crujido de una rama, saqué el revólver y miré a mi espalda, entonces lo vi. Me apuntaba con un rifle de caza, accioné el detonador, a quemarropa, fui más rápido, se quedó tirado en el suelo y pensé: ahora sí, ya está muerto, por fin. Cerré el libro, me tomé una copa, apagué la luz de la mesita y me quedé dormido.






martes, 3 de noviembre de 2015

Guiños



Encendí un cigarrillo, la sombra de la farola apagada no disimulaba mi aspecto de enfermo hepático, en la mano llevaba un libro de poemas de Rimbaud, esa era la señal, después de veinte años nos encontraríamos, así habíamos quedado aquella tarde lejana. Acabé por llenar el suelo de colillas, empezó a llover y se me mojó la chupa de cuero, entonces supe que ella no vendría, y me dio rabia, lo habíamos jurado sobre la biblia, eso era amor. Pero sonreí y empecé a bailar, abrí el libro de Rimbaud y pensé que la muerte podría esperar otros veinte años, en definitiva, eso no es nada, ¿no?