domingo, 7 de junio de 2015

VAMOS A BRINDAR


Fui caminando por el Puente de las Cadenas como un espantapájaros de esos de las películas,me comí una hamburguesa y me tomé un café, se hizo de noche. El Danubio se volvió salvaje y hermoso, una muchacha me saludó desde la otra acera, hacía frío, el viento era racheado, me besó, discutimos tanto como en los últimos diez años, hablamos del futuro, de un tiempo improbable que no viviríamos juntos, en realidad, Nadia ya me había dejado, lo que ocurrió después fue algo prodigioso. Me llevó de la mano hasta nuestra casa, el olor identificable, los muebles baratos que conseguimos en un vertedero y las pisadas recientes de los niños, nos acostamos, lo hicimos como perros abandonados, al principio con precauciones, luego con rabia, con miedo, sabiendo que era la última vez. Después amaneció, nos duchamos y tomamos zumo de naranja con vodka, hacía mucho que no estaba tan guapa, brindamos, la bruma avanzaba. Me abrazó con fuerza, salí sin mirar, disimulando las lágrimas, no me giré, la puerta se cerró de golpe, encendí un cigarrillo, me senté en un banco y me puse a pensar en España, en la novela que llevaba diez años escrita en un cajón de Teruel, y en tantas cosas, desaparecí por un callejón y hasta hoy.