domingo, 18 de enero de 2015

FREAK



Manuel había tenido una idea brillante, los directivos del canal se la compraban, estaban seguros de que iba a revolucionar la televisión, cámaras ocultas instaladas en salas diáfanas y un tipo sin escrúpulos. El olor del Danubio llegaba a oleadas al Prater, desde pequeño, Manuel, disfrutaba esa gigantesca mole que se estampaba en el cielo de Viena, y con los demás escondrijos del parque de atracciones que subsistía a sus pies, con su reclamo de colores multiplicándose y bocinas sonando con estruendo. Detectó un grupo de turistas españoles, le daban asco, hablaban a gritos, odiaba todo lo que representaban, en ese momento le hubiera gustado tener un revólver y volarles la tapa de los sesos, sus padres eran extremeños, de eso no quería acordarse, era como una mancha de nacimiento. La primera emisión fue un éxito, los anunciantes inundaban las líneas telefónicas, querían invertir en aquel milagro vienés. Un muchacho encogido entra en la sala diáfana, mira al suelo, el tipo sin escrúpulos le habla con suavidad. Desgrana la vida del joven, y así nos enteramos de que tiene dos hijos, uno de tres años y otro de siete, es viudo, tiene que pagar una hipoteca de más de mil euros al mes, “estás despedido” resuena en las paredes con eco, también en nuestras pantallas, el muchacho llora como un niño, un pico máximo de audiencia, ha sido un buen arranque, la cadena afila los colmillos. Esa noche Manuel se sube a la noria del Prater, disfruta unos segundos de la paz operística de Viena y se acuerda de una canción que cantaba su padre, un pasodoble, Suspiros de España, el Danubio arrastra madejas de peces muertos, el olor es insoportable, arriba, parado en la cima, saca una cuchilla Gillette, mientras,  la noria, gira y  gira sobre el Prater.