miércoles, 26 de febrero de 2014

AHÍ TE QUEDAS




En el conocimiento del infierno del Lobo Antunes aplastabas sombras y consumías sueños, llegaste a la última página como un subsahariano a las playas de Algeciras, con hipotermia, desfallecido, aprendiendo lo que es la angustia de ser hombre. Entonces te llegó un correo electrónico, lo abriste y pensaste que la muerte era en un trozo de ovillo enredado en los juegos de la infancia, un centauro veinticuatro horas, y recordaste sus dedos fluyendo como cachorros febriles,  y lo viste al otro lado de la moneda de Camarón, volando desde lo hondo hasta la superficie de las cosas con una sonrisa, y todo se llenó de duendes, gitanos y flamenquitos del lago Nakuru llorando entre dos aguas. Cerraste el correo y saliste al encuentro de los espíritus a galope tendido, buscándolo entre los vinilos y cassettes, una vez más. Ahora en tu ordenador llueven chispitas de uñas, de pelo, de tendones, de cuerdas y madera, pedazos famélicos de él, te pones serio y empiezas a masticar el único sentido de la vida, y te sientas a esperar entre bulerías y conciertos de Aranjuez, con la certeza de que al rescate de la soledad se llega solamente por la vía directa y materna de la posesión del pretérito imperfecto del verbo lucir.

miércoles, 19 de febrero de 2014

LA CITA



Hacía tres meses que nos encontrábamos en la biblioteca a la misma hora, las diez de la mañana, y el mismo día de la semana, miércoles, y en el mismo anaquel, libros de autor, y en el mismo escritor, Chesterton, así hasta hoy. Es miércoles, son las diez y no hay nadie, llego hasta Chesterton, veo que hay una nota en nuestro punto de encuentro, me pongo nervioso. ¿Será una declaración de amor?, recuerdo sus piernas larguísimas, sus ojos dorados, su perfume hipnótico, desdoblo el papel, escrita a mano, no me esperaba otra cosa, leo despacio intentando descifrar ese mundo breve que nos une, y pone ¡date la vuelta!, me giro y la veo apuntándome con un revólver, los labios carnosos, el pelo cobrizo y rizado, la belleza que duele, es miércoles, son las diez, continuará.



miércoles, 12 de febrero de 2014

BLANCANIEVES 3.0



Parecía un tipo normal, vulgar tal vez, hurgaba entre las bananas y las cerezas como el que espera obrar la clonación milagrosa de los orgasmos, llevaba unos vaqueros ajustados. Hacía calor, el paquete se le incrustaba en el desgaste de la entrepierna, me miró como quien mira una aparición mariana, o ve a una loca, me gustó, sentí en sus ojos el miedo, la vergüenza, el deseo. Un kilo de manzanas, olor a frambuesa, se acercó con la cabeza baja y llegó asustado a mi degolladero, lo desnudé y mastiqué la musculatura de su boca, a distancia, eso sí, se quedó sin palabras, suele pasar al verme, me pidió la hora, me dio pena y le di mi teléfono, esa noche la pasamos en la cama de un hotel y sin concesiones. Después, verle sonreír y decirme te quiero fue decepcionante, se acabó el misterio.