martes, 24 de septiembre de 2013

EL ÚLTIMO VUELO DE LOS AVIONES ROQUEROS





Todo empezó como una inmensa broma entre geógrafos, un desafío, un juego perverso, el objeto era una chica, como siempre en estos casos, y claro el honor también, a la antigua. Si uno disertaba sobre la orogenia alpina, el otro sobre el macizo paleozoico, si uno sobre el polje que inyecta el semen al padre Tajo, el otro sobre el tapiz agujereado del campo de dolinas entre Villar del Cobo y Griegos, si uno sobre el vertedero de historias que es la sima de Frías de Albarracín, el otro sobre el poder escultórico del carbonato cálcico en la vegetación de la cascada de Calomarde. Firmaron un empate técnico, y volvieron a la carga, el combate se presentaba encarnizado, literatura, que si uno entendía la vida como Arturo Belano, el otro como Benno von Archimboldi, que si uno era un perro romántico, el otro un infrarrealista agresivo, la musculatura de sus argumentos se mostraba vigorosa, dibujos animados, lo lascivo de Shin Chan y lo majestuoso de los Caballeros del Zodiaco frente al untuoso David el Gnomo y el inverosímil Willy Fog. No había vuelta atrás, estaban en situación de colapso, buscaron un lugar neutral donde acabar con todo eso, allí donde las plantas insectívoras movían la tierra, el Tremedal, la tarde caía y no tenían espadas láser, así que se quedaron en silencio y sonrieron, después sus palabras se mezclaron con una risotada juvenil “¡Somos putos geógrafos!”, un pacto entre caballeros me impide resolver el enigma de lo que pasó, eso sí, mientras ellos se abrazaban, la chica, cansada de esperar, se aferraba a un tipo que pasaba por ahí.

lunes, 16 de septiembre de 2013

PLUS ULTRA


Andaba por casualidad peleado con mi viejo Volskwagen Polo, misteriosamente perdía un líquido ambarino que me tenía preocupado, aunque ese día todo funcionaba, pero no lo quise forzar, así que decidí detenerlo pasada una valla que flanqueaba la carretera, en un rinconcito lleno de tierra y maleza, el río quedaba cerca, así que creí que la niebla de la mañana era normal, el aspecto del lugar era fantasmagórico, pero como no soy muy dado al miedo caminé sin rumbo y con los ojos bien abiertos, y en un esquina, de improviso, me salió al paso un monolito, pensé que era algo funerario, macabro, y en parte no estaba equivocado, abajo lo certificaba una fecha, 16 de septiembre de 1936, y en una sucesión mareante, nombres y edades, y entonces recordé el cementerio judío de Praga, y un martilleo interior me hizo recitar de memoria campos de concentración nazi, cuando algo se me escapaba tenía esa estúpida manía, ya desde niño, Bergen-Belsen, Buchenwald, Dachau y tantos otros, también pensé con una extraña culpabilidad en la borrachera Gulag, estaba pisando las huellas dactilares de un tiempo tan sangriento como el aspecto de las paredes que me rodeaban, me volví hacia el coche con la urgencia del huaquero, puse en marcha el motor y desparecí en la bruma.

jueves, 12 de septiembre de 2013

LA LARGA NOCHE DEL JAGUAR



Tecleaba con furia en el ordenador.

 “La habitación olía a sudor y a tabaco, apuró el último trago de tequila y salió a la calle, iba caminando descalzo, los gruñidos de la noche le salían al paso y los árboles multiplicaban las sombras amenazadoras, en la bolsa llevaba un libro de Malcom Lowry con dos cordilleras atravesando una República, eso le daba una extraña seguridad. Se detuvo, una serpiente zigzagueaba entre las piedras, escuchó un susurro, una voz tenue le dijo algo al oído, después se meó en los pantalones”.

   Apagó la pantalla del ordenador cuando llegaban los primeros rayos de sol y pensó que hay cosas que uno nunca debiera vivir.


domingo, 8 de septiembre de 2013

NADIE SABE


 Habíamos planificado durante años una huida a París, una buhardilla barata y…ya veríamos, rabiosos y adolescentes, románticos como tanto otros jóvenes, aquella tarde nos besamos a los pies de un toro en miniatura, un tótem decimonónico a escala, y te vi muy hermosa a la luz del otoño que en esa ciudad a caballo entre muelas y barrancos se proyectaba cautivadora, sentí que era el momento, tuve un último acceso de locura y te dije adiós definitivamente, así, como si cualquier cosa, mientras, un trenecito turístico, casi de juguete, llegaba, no había pasajeros, un misterio más, sombras del tiempo, eso somos.