jueves, 20 de septiembre de 2012

CUANDO LOS VERBOS SALEN AL SOL



En una consigna me hicieron dejar hasta lo más esencial, lápiz y papel, estaba intranquilo, una sucesión de barrotes, de puertas cerrándose, de goznes chirriando, aquello me hacía intuir lo peor, y empecé a imaginar que sería pasto de jaurías de depredadores hambrientos de sangre fresca, que vería seres maravillosos de un ojo y siete cabezas, todo resultaba desconcertante, irreal, y en ese descenso hacia el abismo del miedo, despegué las pestañas y vi con sorpresa que la ruleta del mundo seguía su curso, su rutina, un aula de informática, un taller de cine, y el babélico final, una biblioteca, y así fue como Cristina Mallén, que ocupaba el área de cultura de la Comarca del Maestrazgo, el escritor Javier Aguirre y yo acabamos tomando un café en el Centro Penitenciario de Daroca.
Nos trasladaron a una sala con sillas y mesas y allí fueron llegando un puñado de tipos hambrientos de literatura, sacaron unos libritos de relatos sobre el Maestrazgo y fueron desgranando textos, de Cantavieja a Mirambel pasando por una infancia dura en Italia, en Marruecos o Extremadura.
Hicimos una brecha en la piedra y las confesiones terribles y el calor de los gestos amables nos hicieron sonreír, hoy queda una postal de ese día, un recuerdo hermoso, y muchas ganas de vivir.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

PARAÍSO PERDIDO


Un amasijo de huesos, de tripas hinchadas y de carne cruda, un río de cadáveres, hakuna matata, el paso heroico, el olor fétido, el día eterno de Masai Mara, el Serengeti espera, un caudal turbio y salvaje, el paso bovino, agónico, centelleante, es la bestia, a mitad de camino entre toro, hiena, cabra y caballo, el Ñú, escala el pudridero del otoño y busca su salvación caníbal pisoteando las vísceras de sus hijos.
Donde no llega el oxígeno y un cuello se quiebra, encuentras el momento para decirme te quiero,  los cocodrilos se muerden los ojos, y un tambor lejano nos recuerda que nos amamos cuando la sombra del guepardo nos sonreía, ahora está cayendo el sol y el ocaso en la sabana es una metáfora del paraíso perdido.


martes, 4 de septiembre de 2012

LLANURA ABISAL





Si Penélope estuviera hecha de barro, tendría tus ojos, si Alfonsina llenara en su pecho todo el océano que se bebió, volvería a la vida para que la vieras de nuevo, si en el muelle de San Blas se improvisara un solo de guitarra rasgando las últimas tardes de verano, tendría tu olor adolescente. Pero ahora hay un eco sordo en la Laguna del Cañizar y tú estás varada, encallada, a un minuto del círculo del infierno de Dante, hace calor, los peces son memoria y las grietas y la sed nos recuerdan que un día todo fue diferente.