jueves, 16 de junio de 2016

La espera


Estoy cabreada, no ha venido, me dijo que era la mujer de su vida, me lo iba a demostrar, y que para nada le importaba que fuera actriz, si me besaba con otros chicos y con otras chicas era un mal menor, me entendía y me animaba. No quería quedar en una cafetería en Atocha, ni en un centro comercial en San Sebastián de los Reyes, así que se le ocurrió que un pueblo abandonado en la provincia de Teruel, a más de trescientos kilómetros, sería algo especial, único. Mi Penélope me susurra siempre, es inteligente, divertido y guapo, lo tiene todo. Llegan los vencejos, hace calor, se hace de noche y empiezo a sospechar que algo no va bien. Sin darme cuenta me agarran por detrás, unas manos fuertes me empiezan a apretar el cuello, estoy sin aliento, me asfixio. De fondo se escucha una voz aflautada que me susurra… “mi Penélope”.

¡Corten!




jueves, 7 de abril de 2016

BLANCO Y NEGRO



Habíamos decidido asaltar una librería, empezaríamos por los clásicos, luego vendrían los demás. Ella era guapa y salvaje, tenía devoción por Bukowski y los Stones, encendió un cigarrillo, me besó, el aliento a Marlboro se infiltró hasta mis pulmones, tuve una erección, de la manga se sacó una Biblia, me metió la lengua, su mano escarbó en mi bragueta, en los pliegues de mis calzoncillos apareció El banquete, de Platón, y unas gotas de esperma. Lo demás es cuento.



martes, 8 de diciembre de 2015

PIEDRA A PIEDRA



Malena tenía quince años y le gustaba pasearse por su habitación desnuda, estaba enamorada de Rubén que componía versos infames, y quería ser actriz, se parecía a Mónica Vitti, era ingenua y hermosa. Por encima de todo habitaba en ella un espíritu libre, indomable hasta la terquedad, había vivido sin gritos, sin látigos, sin cadenas, sin miedo y eso se notaba. Pero una noche de noviembre llegó Ramón a casa, era el nuevo novio de su madre, y la felicidad se partió en pedacitos, empezó tragándose las lágrimas y después acabó haciéndolo con el semen. Unos días antes de navidad, Malena, cogió la mochila del instituto, metió un par de muñecas y un libro de Bolaño, se subió a un autobús y desapareció sobre las cenizas del otoño mientras repetía, ni dueño, ni dios.




Diez años después Rubén Solana llegaba a Madrid desde Zaragoza para presentar su primera novela, estaba nervioso, salió de la Estación de Atocha y la vio, el impacto fue inmediato, un acto reflejo del tiempo, acurrucada en una cajita de cartón, sin dientes, sin sonrisa, sin nada, estaba Malena. Se acercó despacio, para no asustarla, ella levantó la ceja en un gesto mecánico de defensa, Rubén la besó en la mejilla, y de repente, desde el costillar de la adolescencia volvieron Arturo Belano, Monica Vitti, Ulises Lima, los eternos veranos en Mirambel y la primera vez. Malena cerró los ojos con una leve mueca de tranquilidad, por fin había espantado a los fantasmas. Esa noche, Rubén vendió muchos libros y se acostó con una preciosa estudiante de derecho, ella murió congelada.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Fin de la historia



Avancé despacio, siguiendo las pistas, concentrado, fijando la mirada en los robles rojizos, en los chopos amarillos y en las rocas del rodeno. Yo estaba seguro de que llegaría su muerte, él me había marcado en el mapa ese lugar atípico, Ligros. El teléfono sin cobertura, el crujido de una rama, saqué el revólver y miré a mi espalda, entonces lo vi. Me apuntaba con un rifle de caza, accioné el detonador, a quemarropa, fui más rápido, se quedó tirado en el suelo y pensé: ahora sí, ya está muerto, por fin. Cerré el libro, me tomé una copa, apagué la luz de la mesita y me quedé dormido.






martes, 3 de noviembre de 2015

Guiños



Encendí un cigarrillo, la sombra de la farola apagada no disimulaba mi aspecto de enfermo hepático, en la mano llevaba un libro de poemas de Rimbaud, esa era la señal, después de veinte años nos encontraríamos, así habíamos quedado aquella tarde lejana. Acabé por llenar el suelo de colillas, empezó a llover y se me mojó la chupa de cuero, entonces supe que ella no vendría, y me dio rabia, lo habíamos jurado sobre la biblia, eso era amor. Pero sonreí y empecé a bailar, abrí el libro de Rimbaud y pensé que la muerte podría esperar otros veinte años, en definitiva, eso no es nada, ¿no?




miércoles, 21 de octubre de 2015

EL TALÓN DE AQUILES





Ya estaba hecho. El agua caía como los recuerdos, no fue difícil decir adiós.
La hipoteca, la compra diaria del pan, las reuniones de vecinos, las extraescolares, para ti, cuida de los niños, te quieren mucho.
 Me miró a la cara, después de diez años seguía siendo la chica más guapa que había visto, me parecía una de sus bromas habituales, y sonreí.
No tuve tiempo de mirar atrás, se quedó petrificado, tenía una mueca rara, le rocé la mejilla, y en su barba de tres días recordé la rutina, el cansancio, la melancolía y salí, respiré, era libre.
Ya estaba hecho. El agua caía como los recuerdos, no fue difícil decir adiós.


miércoles, 26 de agosto de 2015

La dimensión insondable




He llegado ya, bajo del tren, tampoco hay paz en este crepúsculo, piso con un cuarenta y uno lo que otro día fue un veintisiete, la estación huele a colonia de coco y a campo. Cruzo la puerta y cruzo treinta años de golpe, siento una cierta melancolía a los pies de la majestuosa Escalinata, cómo despedirse, cómo decir adiós tan pronto. Debajo de la Torre de San Martín el primer beso, tanto tiempo como kilómetros al pasado, y las caritas de niños avergonzados y tímidos, y las manos entrelazadas, los fantasmas gaseosos del amor por las esquinas de los inviernos nevados de Teruel.
Enciendo un cigarrillo, cómo despedirse, decir adiós tan pronto, no hay lamento que valga, me sale una sonrisa, seré escritor o nada, eso dije aquí, encima del Viaducto, al final nada, y así me voy despidiendo, lo demás ya no importa.